Inspirada en una novela de Julio
Verne, fue fundada con un malogrado asado con cuero. Albergó en sus calles a
dos de los frigoríficos más emblemáticos y sus obreros protagonizaron uno de
los hechos más trascendentales de la historia argentina. Algunos sostienen,
incluso, que en uno de ellos trabajó el mítico Mariscal Tito. “El Mondongo” y
“El Churrasco” son dos de sus barrios históricos y se conoce como “triperos” a
los hinchas de uno de sus clubes de fútbol.
Dicen los entendidos en
cuestiones urbanísticas que La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires,
es una de las ciudades más “pensadas” y mejor diseñadas del país. Fue concebida
con un trazado que no responde a la lógica hispánica e incorporó las tendencias
del higienismo de fines del siglo XIX[1].
Entre 1952 y 1955 se llamó Ciudad Eva Perón y es conocida popularmente
como “la ciudad de las diagonales” aunque bien podría ser rebautizada con
sobrados fundamentos como “la ciudad de la carne”.
Es que La Plata,
supuestamente inspirada en una novela de Julio Verne (ver recuadro), se
desarrolló al impulso carnicero de los frigoríficos anclados en sus alrededores
y, signada por ese destino cuchillero, alberga barrios cuyos nombres rinden
culto a la media res, como “El Churrasco” o el “El Mondongo”.
También cobijó personajes
paradigmáticos del sector, como Cipriano Reyes y, según versiones, hasta el
mismísimo Mariscal Tito –sí, el unificador de Yugoslavia- trabajó en uno de sus
frigoríficos, además de hacerse hincha del club
Estudiantes de La Plata (ver recuadro).
Desde las primeras plantas
industriales, instaladas en los albores del siglo XX en Berisso y Ensenada,
hasta algunos grandes exportadores actuales (como el Frigorífico Gorina), los
platenses siempre estuvieron vinculados a la producción de carne vacuna,
protagonizando fenómenos políticos y sociales –ya consignados en otra nota-,
como el 17 de octubre de 1945[2].
El primer frigorífico, “La
Plata Cold Storage Co.”, de capitales sudafricanos, se instaló en la región en
1904. En 1911 pasó a manos de la “Cía. Swift de La Plata”, de capitales
norteamericanos, que funcionó hasta 1983.
En 1915 abrió sus puertas
otro gigante, el “Frigorífico Armour S.A”, que dejó de operar en 1969 y cuyas
monumentales instalaciones fueron demolidas en 1986.
El esplendor de estos
frigoríficos, verdaderas ciudades dentro de la ciudad, se registró entre los años 1940 y 1947,
cuando llegaron a emplear entre diez mil y doce mil trabajadores cada uno.
Swift y Armour, grandes
exportadores de carne vacuna procesada, enfriada y congelada también llegaron a
faenar ovinos, porcinos y aves. Procesaban todos los subproductos y salaban y
exportaban los cueros.
El Mondongo
Con tanta carne corriendo
por sus calles no es llamativo que uno de sus barrios más tradicionales –cuna,
entre otros de René Favaloro- se llame “El Mondongo”. Este barrio está situado
entre las Avenidas 1, 60, 122 y 72.
Su nombre se debe a que la
mayoría de los vecinos trabajaban en los frigoríficos de Berisso y Ensenada y,
como parte de pago, recibían semanalmente un mondongo[3]. Ese corte era
utilizado por los empleados para las comidas del fin de semana y también se
vendía en puestos callejeros.
La zona de “El Mondongo”
estuvo planificada desde el proyecto original de la ciudad y es uno de los
pocos barrios de la Argentina que se identifica de manera clara con un equipo
de fútbol de primera división: Gimnasia y Esgrima de La Plata, cuyo estadio
está ubicado entre sus calles.
El Churrasco
“El Churrasco”, otro barrio
emblemático de la ciudad, parece signado por su propio nombre, con llamativos
incidentes que tienen como protagonista a la carne vacuna.
En 2007, un camión que
transportaba hacienda hacia el Frigorífico Gorina perdió parte de su carga
cerca del barrio. De los catorce animales Hereford que huyeron en estampida por
las diagonales, tres fueron enlazados hábilmente por los vecinos de “El
Churrasco” que, en menos de lo que canta un gallo –que es, efectivamente, mucho
menos de lo que tarda en reaccionar el 911- carnearon y comieron los animales.
Hace pocos meses, esta vez
sí con la veloz asistencia de los policías bonaerenses, una parrilla ubicada en
520 y 118, fue apedreada por un centenar de vecinos que exigían comida. Según
la información publicada en los diarios platenses, el parrillero había accedido
siempre a los pedidos de los humildes habitantes de “El Churrasco” hasta que
algunos reclamaron postre, además de los cortes a la parrilla. El incidente
finalizó con el negocio destrozado y varios heridos.
Dicen los entendidos en ese
inframundo muchas veces marginal de las hinchadas de fútbol que en “El
Churrasco” también habitan los referentes de una de las principales facciones
de Gimnasia y Esgrima.
Triperos
Esa afinidad, tanto de los
habitantes de “El Mondongo” como los de “El Churrasco”, con el club del bosque
platense derivó en un curioso apodo carnicero. Desde la década del ’20, cuando
muchos jugadores del club trabajaban en los frigoríficos de la zona, se conoce
a los seguidores de Gimnasia y Esgrima como los “triperos” o “la tripa”.
Ni siquiera el escritor
Julio Verne, musa inspiradora de la ciudad y febril soñador de viajes
submarinos y artefactos espaciales, logró imaginar que una de sus urbes, por
entonces inverosímil, terminaría convirtiéndose en la ciudad de las diagonales
y de la carne.
Luis Fontoira
Luis.fontoira@gmail.com
historiasdelacarne.blogspot.com
[1] Esta corriente de
pensamiento, llamada también sanitarismo, aparece en Europa como reacción al
enorme e insalubre crecimiento de las ciudades industriales. Se preocupa,
durante el siglo XIX, de plantear reformas para un espacio urbano plagado de
problemas de habitabilidad. Muchos de los asesores de Dardo Rocha en el
proyecto de La Plata -como Guillermo Rawson, Eduardo Wilde y Emilio Coni- eran
médicos higienistas en contacto con esas ideas.
[2] La marcha que culminó
con la liberación de Juan Domingo Perón había sido iniciada por los obreros de
la carne, con Cipriano Reyes a la cabeza.
[3] Corte compuesto por el
rumen y el retículo o bonete del animal.
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Recuadro 1
Tito, el mariscal carnicero
Josip Broz, más conocido
por su título militar “Mariscal Tito”, fue arquitecto y jefe de Yugoslavia
desde el final de la segunda guerra mundial hasta su muerte, en 1980, a los 87
años de edad. Fue el principal hacedor de la segunda Yugoslavia, una federación
socialista, que duró como tal hasta 1991.
Tito también fue el primero
en desafiar a la Unión Soviética, partidario del “socialismo independiente” o
“comunismo nacional” o “Tiotísmo”, y uno de los fundadores del “Movimiento de
Países no Alineados”.
Sobre su particular y
enigmática vida se elucubraron cientos de hipótesis, una de las cuales lo ubica
en Berisso, trabajando para el frigorífico Swift.
Según esta versión,
difundida por el diario “Hoy” de la Plata, Tito habría llegado a la Argentina
en 1930, en un barco carguero de bandera italiana.
De acuerdo a esta
hipótesis, Josip Broz (quien se habría llamado “Walter” en la Argentina) era
seguidor de Estudiantes de la Plata dado que la camiseta de ese club poseía los
mismos colores, rojo y blanco, que su equipo, el Crvena Zvezda de Belgrado.
Verídica o no, la versión
dejó sus huellas en la ciudad.
El bar “Sportsman” de
Bersisso presenta un mural del artista Cristian del Vito en el que se puede ver
al dueño del local junto con Cipriano Reyes y el Mariscal Tito.
Aparentemente, el
emblemático Tito comía en el desaparecido restaurante “El Aguila” y vivía en la
pensión “El Turco”, sobre la por entonces fastuosa calle Nueva York de Berisso.
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Recuadro 2
La Plata, la ciudad del futuro
El 19 de noviembre de 1882
se colocó la piedra fundacional de La Plata, con Pedro Benoit dirigiendo el
equipo técnico que trazaría la ciudad y el gobernador Dardo Rocha moviendo los
hilos políticos para lograr su ubicación en los “Altos de la Ensenada”. Para la
ocasión se preparó, como no podía ser de otra forma, un monumental asado con
cuero (con carreras de sortijas y fuegos artificiales) que fue arruinado por el
bochornoso calor que se registró esa jornada. El gran ausente fue el Presidente
de la Nación, Julio Argentino Roca, quien envió en su representación a su
ministro Victorino de la Plaza.
Algunos historiadores
aseguran que la nueva urbe, muy vinculada en sus inicios a las logias
masónicas, estuvo inspirada en la novela "Los 500 millones de la
Begum" (1877), de Julio Verne.
En la famosa exposición
mundial de Paris de 1889, el proyecto de la ciudad de La Plata fue presentado
con gran éxito y obtuvo dos medallas de oro: a la ciudad del futuro, y a la
mejor realización construida[1].
El nombre de la ciudad fue
propuesto por el poeta José Hernández, íntimo amigo de Dardo Rocha.
[1] Santiago Alcorta, el
presidente de la delegación argentina en la exposición aseguró que La Plata fue
calificada como “ciudad de Julio Verne”. Entre los asistentes a la muestra,
cuenta la tradición, aparecía el propio Verne en su rol de urbanista.